Dos grandes pasiones han marcado la vida de Miguel desde niño: la dedicación a su profesión y el profundo amor por Ángela. Cuando sólo tenía 7 años empezó a ayudar a su madre con el negocio familiar -la pastelería- y convirtió su oficio en algo más que hacer pasteles. Siempre puso mimo y cuidado en su trabajo y con el paso del tiempo consiguió hacer del pequeño obrador un negocio próspero y rentable. En el amor por Ángela, tuvo menos éxito. Él nunca se atrevió a confesarle sus sentimientos por temor a cortar sus sueños de libertad, su deseo de triunfo y su necesidad de trasladarse a una gran ciudad llena de maravillosas posibilidades. Miguel calló por amor y ella hizo su vida al lado de otro…